Ésta época suele ser siempre de balances sobre el año que se va... realmente no quiero balancear nada sobre éste año en particular, porque sentiría que la hamaca iría demasiado alto, me caería y me rompería la cabeza en mil pedazos.
Más bien prefiero poner la casa en orden, tomar todos mis recuerdos y pensamientos y acomodarlos en la cabeza de manera tal que no estorben, lo cual es de lo más difícil, teniendo en cuenta que cuento con cada vez menos lugar en la cabeza.
Entonces me decidí comenzar por algo mucho más sencillo (aunque bastante trabajoso también) ordenar mi habitación. Me encontré con un sinnúmero de elementos que creí olvidados... y recuerdos, muchos de ellos. Los más presentes son lindos, aunque hoy por hoy resulten dolorosos por las piedras que hubo en el camino. Pero siempre traen (entre dientes) muchas sonrisas cómplices. Y tener por seguro que el dolor sirvió de ejemplo para aprender vivencias varias.
Pero ¿por qué sólo aprendemos cuando nos pasan cosas malas?
La verdad no tengo muchas ganas de encontrar respuesta a esa pregunta (tampoco estoy muy segura de que posea respuesta coherente y racional), ni tengo ganas de pensar. Lo que si puedo decir es que es así, y es bastante difícil cambiarlo, porque hay un dicho dice que la mayoría somos hijos del rigor.
Revolviendo papeles encontré una carpeta del colegio... y me di cuenta que no volvería atrás. Sí, fue una época hermosa, pero no volvería a pasar por ella. (¿Por qué?) Porque todas las etapas tienen sus dificultades, y en ese momento también las hubo. Considero que tratar de volver en pasos es imposible (hasta absurdo, si se quiere). No se puede deshacer lo que ya está hecho, ni podemos lamentarnos al respecto. Solo puedo decir que quizá me arrepienta de algunas cosas que no hice...
También encontré un viejo diario... me maravillé de lo poderosa que es la mente. Al instante tuve recuerdos vivos de todo lo que leía. Hasta sensaciones incluyendo congojas y carcajadas. Fue lindo entrar ahí, y al mismo tiempo, poder salir. Me sentí a salvo en un lugar donde sabía como era el futuro. Después el futuro se volvió presente, y el presente... en pasado.
Encontré una cajita llena de cartas y envoltorios de chocolate (esos que vienen con un pequeño poema)... cartas que recibí, más muchas que escribí y nunca di. Por un momento pensé que debería darlas, pero desistí. (Si no se entregaron en el momento ya no tiene sentido entregarlas). Sí, soy del tipo de personas que le gusta escribir cartas a las personas que aprecia, quiere o ama. Y hacerlos sentir queridos y necesitados. Porque todos sabemos lo bien que se siente que nos digan que nos quieren y que nos necesitan, en pocas palabras que nos hagan sentir importantes (no mucho, lo necesario). Aunque a veces sea cursi, o parezca tonto... no me importa, y lo seguiré haciendo... Porque está bueno demostrar sentimientos.
Claro ustedes dirán que mostrar sentimientos apesta por el hecho de que cuando uno abre el corazón siempre hay un idiota que lo deja caer al suelo. Sí, es verdad, (me ha pasado...) los idiotas abundan. Pero... recuerden que el amor (en el amplio sentido de la palabra) pone idiota a las personas. A veces la gente no lastima porque tiene intensión de hacerlo... sino que simplemente no se da cuenta. Sí lo se... estaría bueno que eso no suceda, pero bueno... podemos proponernos no hacerlo. Distinto es cuando una persona a la que le abrimos el corazón, se mofa de nosotros y no solo lo tira al suelo sinó que le baila un malambo encima. Ahí podemos decir que tenemos que armarnos de valor para luchar contra el sentimiento desilusionado que nos invade. Ser racionales, y salir adelante quasi campantes (heridos pero con la frente en alto).
No tengo un gran pasado. Pero puedo decir que lo que he vivido lo VIVÍ, hubo grandes momentos, clicks importantes, y como me ha dicho un amigo sobre éstas palabras, este texto, paradójicamente, ya se ha vuelto una especie de balance (balance sin balanza en realidad).
Hoy por hoy pongo mis miedos en una burbuja, la cual tiro al aire, quien quiera atraparla y pincharla ayudando a que se desvanezca su contenido (o por lo menos se haga más ameno), me hará un gran favor, y prometo hacer lo mismo con sus dudas, penas, miedos y rencores. Pero no obligo a nadie a cargar con ellos, son mios. Solo quiero compañía, no salvación.
Después de todo no hay mal que dure mil años, ni cuerpo que dure tanto.
1 comentario:
A menudo uno usa su mente racional para volver a ver los eventos importantes de su vida sentimental, se siente estúpido. Al mismo tiempo, cuando uno usa su mente sentimental para ver los eventos importantes de su vida racional, también se siente estúpido.
Si contemplaramos las cosas que nos pasaron con la perspectiva que corresponde, tal vez no nos sentiríamos mal por aquello que no resultó como esperábamos. Pero la verdad, pienso y siento que hay cierta necesidad a sentir la culpa como propia, para no terminar haciendo responsable al mundo por todo.
Me parece bien que hagas lo que todos saben que quieren pero nadie hace, porque muchos nos sentimos estúpidos, al enfocarlo con la parte equivocada del bocho.
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