The truth in front of your eyes
viernes, diciembre 28, 2007
Poniendo la casa en orden.
Más bien prefiero poner la casa en orden, tomar todos mis recuerdos y pensamientos y acomodarlos en la cabeza de manera tal que no estorben, lo cual es de lo más difícil, teniendo en cuenta que cuento con cada vez menos lugar en la cabeza.
Entonces me decidí comenzar por algo mucho más sencillo (aunque bastante trabajoso también) ordenar mi habitación. Me encontré con un sinnúmero de elementos que creí olvidados... y recuerdos, muchos de ellos. Los más presentes son lindos, aunque hoy por hoy resulten dolorosos por las piedras que hubo en el camino. Pero siempre traen (entre dientes) muchas sonrisas cómplices. Y tener por seguro que el dolor sirvió de ejemplo para aprender vivencias varias.
Pero ¿por qué sólo aprendemos cuando nos pasan cosas malas?
La verdad no tengo muchas ganas de encontrar respuesta a esa pregunta (tampoco estoy muy segura de que posea respuesta coherente y racional), ni tengo ganas de pensar. Lo que si puedo decir es que es así, y es bastante difícil cambiarlo, porque hay un dicho dice que la mayoría somos hijos del rigor.
Revolviendo papeles encontré una carpeta del colegio... y me di cuenta que no volvería atrás. Sí, fue una época hermosa, pero no volvería a pasar por ella. (¿Por qué?) Porque todas las etapas tienen sus dificultades, y en ese momento también las hubo. Considero que tratar de volver en pasos es imposible (hasta absurdo, si se quiere). No se puede deshacer lo que ya está hecho, ni podemos lamentarnos al respecto. Solo puedo decir que quizá me arrepienta de algunas cosas que no hice...
También encontré un viejo diario... me maravillé de lo poderosa que es la mente. Al instante tuve recuerdos vivos de todo lo que leía. Hasta sensaciones incluyendo congojas y carcajadas. Fue lindo entrar ahí, y al mismo tiempo, poder salir. Me sentí a salvo en un lugar donde sabía como era el futuro. Después el futuro se volvió presente, y el presente... en pasado.
Encontré una cajita llena de cartas y envoltorios de chocolate (esos que vienen con un pequeño poema)... cartas que recibí, más muchas que escribí y nunca di. Por un momento pensé que debería darlas, pero desistí. (Si no se entregaron en el momento ya no tiene sentido entregarlas). Sí, soy del tipo de personas que le gusta escribir cartas a las personas que aprecia, quiere o ama. Y hacerlos sentir queridos y necesitados. Porque todos sabemos lo bien que se siente que nos digan que nos quieren y que nos necesitan, en pocas palabras que nos hagan sentir importantes (no mucho, lo necesario). Aunque a veces sea cursi, o parezca tonto... no me importa, y lo seguiré haciendo... Porque está bueno demostrar sentimientos.
Claro ustedes dirán que mostrar sentimientos apesta por el hecho de que cuando uno abre el corazón siempre hay un idiota que lo deja caer al suelo. Sí, es verdad, (me ha pasado...) los idiotas abundan. Pero... recuerden que el amor (en el amplio sentido de la palabra) pone idiota a las personas. A veces la gente no lastima porque tiene intensión de hacerlo... sino que simplemente no se da cuenta. Sí lo se... estaría bueno que eso no suceda, pero bueno... podemos proponernos no hacerlo. Distinto es cuando una persona a la que le abrimos el corazón, se mofa de nosotros y no solo lo tira al suelo sinó que le baila un malambo encima. Ahí podemos decir que tenemos que armarnos de valor para luchar contra el sentimiento desilusionado que nos invade. Ser racionales, y salir adelante quasi campantes (heridos pero con la frente en alto).
No tengo un gran pasado. Pero puedo decir que lo que he vivido lo VIVÍ, hubo grandes momentos, clicks importantes, y como me ha dicho un amigo sobre éstas palabras, este texto, paradójicamente, ya se ha vuelto una especie de balance (balance sin balanza en realidad).
Hoy por hoy pongo mis miedos en una burbuja, la cual tiro al aire, quien quiera atraparla y pincharla ayudando a que se desvanezca su contenido (o por lo menos se haga más ameno), me hará un gran favor, y prometo hacer lo mismo con sus dudas, penas, miedos y rencores. Pero no obligo a nadie a cargar con ellos, son mios. Solo quiero compañía, no salvación.
Después de todo no hay mal que dure mil años, ni cuerpo que dure tanto.
martes, diciembre 18, 2007
Refugio en el tiempo
Y es que a veces se torna un caballo difícil de domar, en realidad, no se si me esfuerzo lo suficiente por lograr hacerlo o si soy el jinete adecuado.
Lo que si se, son seguridad y entereza, es que a veces no quiero domarlo, solo me hago cómplice dejándolo correr libremente, disfrutando su paso y libertad salvaje.
Me gusta jugar con él de tanto en tanto, y es que a veces me sumerjo en las extensiones de sus terrenos olvidándome del mundo por completo, perdiéndome en esos campos extensos de pastizales verdes y flores vivas que, aunque a veces se convierten en escabrosos laberintos y viceversa, valen la pena transitar, para aprender, crecer, madurar y fortalecerme.
Cuando me reincorporo en la realidad nuevamente, me sorprende que el tiempo haya pasado demasiado rápido para todos... sin embargo para mi, va lento.
Pero no es una lentitud perpetua en un siempre eterno, es tan solo un destiempo.
¿Será que para mi, que el tiempo dejó de ser tiempo...?
(¿O tan solo ha pasado a ser momentos?)
Solo se que hoy por hoy, día tras día voy almacenando un pasado. Y quiero que sea lo más lindo y ameno posible.
(ahora es ayer)
El presente se hace efímero, y es por eso que puedo disfrutarlo, tomando conciencia de cuán corto realmente es. Aunque un momento puede durar una eternidad si lo deseo, con solo saber que está la puerta abierta para visitar ese lugar mágico, donde todo es perfecto y el tiempo ya no es etéreo, sino que es un siempre, un nunca y un quizás. Es todo.
El encanto de ese lugar reside en el corazón de la persona que lo posee, donde puede batallar con sus más tormentosos miedos (superándolos), donde es dueño y señor del mundo entero, donde se pueden alcanzar las nubes a la par de un dragón gentil que nos da la fortaleza para seguir. Donde todos somos príncipes y princesas, donde todos somos hadas y duendes, donde todos podemos también realizar nuestros sueños, donde la realidad es tan simple como la de un niño jugando. Un lugar donde las virtudes prevalecen y los defectos desaparecen.
Es entonces cuando la mente se aclara, nos sentirnos enteros, vivos, únicos, livianos y tranquilos. Sabiendo que en cuanto algo nos atormente, ese lugar estará siempre ahí para salvarnos, para encontrarnos a nosotros mismos, para recordar quiénes somos y de donde venimos. Y es así como adquirimos la valentía para seguir adelante y salir campantes de desgracias y adversidades.
lunes, diciembre 03, 2007
De alfombras y elefantes
No hay sueños perdidos... sólo aquellos sueños que no se hacen realidad, pues no todos los sueños son posibles...
Somos máquinas proyectadoras de ilusiones, no damos a basto para pensarlas y volar entre elefantes y luceros coloridos, no nos da el tiempo para gozar del aire rostral que nos imparte el viento al volar en la alfombra mágica.
Pero somos una elite, que se pone felíz... con esos pequeños placeres de la vida. Somos almas ambiciosas solo en cuanto a nuestro perfeccionamiento personal, refiere. Somos almas condenadas por nuentro altruísmo, capaces de dar la vida por aquellos que nos importan. Almas risueñas que, a pesar de que las heridas sangran, nos mostramos alegres y sonrientes...
No necesitamos mucho para ser felices... Sin embargo otros piensan que necesitamos demasiado... que somos demasiado...
¿Demasiado? (¿demasiado qué?)
Entonces decimos que no, que nadie es demasiado nada, solo hay almas que no encajan, simplemente no están hechas para acompañarse en el camino de la vida. No están hechas para estar unidas, puede que sí estén destinadas a cruzarse perpendicularmente en un punto de éste plano temporal (o en otro), en ésta dimensión, o en otra realidad, para conocerse, crecer, enriquecerse y aprender... para luego decir adiós.
Después de todo la vida me ha enseñado que no todos los cuentos terminan igual: "... and they lived happily ever after"... pero no por eso tiene que ser un final no felíz...
...hasta puede que no sea final... sino un buen principio...
Renovación
... y de la mano de un gran cambio.
Siempre he hablado de elefantes voladores...
...y de muchos colores.
Era hora de que nos acompañaran en el Blog...
... igual que en mi vida.
Nos leemos en la próxima entrada.
viernes, mayo 04, 2007
Lágrimas.
Los sentimientos, TODOS ellos, son difíciles de manejar (ni hablar de dominar). Pero sentir indica algo muy importante y, sin dudas, valioso: que se está VIVO. También que se es perceptivo (aunque no es común denominador), en ocasiones también indica que se es sensible... y en otras (lamentablemente) que se es susceptible. Aquí es cuando quiero hacer un paréntesis y aclarar un par de puntos.
1. Ser sensible no implica ser pelotudo.
2. Ser susceptible es diferente de ser sensible, aunque supongo que la línea entre ellas es lo suficientemente delgada como para que la gente se las confunda todo el tiempo. Aunque confundirlas es un atropello semántico importante.
Volviendo al tema del llanto, he observado (con mi propia experiencia también) que cada sentir, sensación o sentimiento puede darle un significado tan variado como vidas hay en el universo. Fisiológicamente todos lloramos igual, lágrimas por los ojos, (o más técnicamente: una solución líquida, salina, corriéndonos desde el canal lacrimal hasta la comisura de la boca (?)). O sea que fisiológicamente es igual para todos... pero emocionalemente... no lo es.
Porque cada persona puede pasar por situaciones parecidas, pero la intensidad con la que las siente, son muy diferentes. (Para una nena que se le muere un perro es el fin del mundo, para un adulto es solo un perro, hablando fríamente y a grandes razgos).
Pero los sentimientos rara vez suelen ser idénticos.
Sí hay algo que, sorprendentemente, es común denominador para todos: Llorar limpia y renueva nuestras almas. Es como si le sacara brillo, luego de llorar es como que uno se siente mejor, extraño sentimiento que no se tenía desde antes de llorar. Pero no luego de unas lagrimitas... (esas suelen hacernos peor), hablo de llorar torrencialmente y con todas las ganas.
Y llorar de alegría... nos hace demostrar mejor que somos unos tontos sentimentalistas. Aunque se nos aprecie profundamente por ello.
Sin más ganas de delirar sobre el tema, me despido por hoy...
...buenas noches y good chowwwwwww! (como decía Tato)
jueves, febrero 15, 2007
Apología I *
Milímetro a milímetro se apoderó de su cuerpo abatido por un dolor metafórico pero real.
Una lágrima corrió por su mejilla, cerrando los ojos con congoja, mirando hacia arriba, con expresión de desesperación...
Luego cerró su puño con fuerza, mientras su mirada atónita y perdida desprendió otra lágrima, mientras su puño se extendía en un reflejo de furia, casi como un rayo, hacia la pared.
Un crujido ensordecedor rayó el silencio de la noche, eran sus huesos contra la pared.
Unas gotas se dejaron caer... era sangre.
Se desvaneció en el suelo y comenzó a llorar desconsoladamente, no por dolor, ya su cuerpo no sentía, respiraba agonías, agonizaba en silencio.
Expresión del odio que sintió al ver la sangre derramada, la culpa, el horror. Producto de sus propios malos pensamientos y de un arrebato de locura.
Necesidad de hacer algo, romper, quebrar, aunque fuesen sus propios huesos... y así lograr una cuartada perfecta sin pensarlo...
Mientras el yacía en el piso, frío... Ella, incorporada de su arrebato de histeria, se tornó fría y calculadora... al ver que su mano estaba rota, afloró la idea de inocencia.