The truth in front of your eyes

The truth in front of your eyes

domingo, octubre 22, 2006

Olores de ayer*

Esos olores que me traen a la mente dulces recuerdos de un ayer infantil y acaramelado, vuelven hoy a mi mente.
Me sentí refugiada en ese puro e inocente ser que jugaba a las muñecas en un patio con sol, donde las flores predominan hasta en el más crudo de los inviernos.
Un ser pequeño con rulitos que correteaba al perro por todos lados, se tiraba al piso a reír mientras el perro le hacía cosquillitas con el ocico.
En un lugar singular... donde el arcoiris sale sin que la lluvia lo llame, la brisa cálida juega a la peluquería con mis cabellos, dejando un look cool. Donde el perro parece sonreír mientras salta persiguiendo mariposas y el gato con aire remolón me mira desde la silla bostezando, pidiendo a boca de maullidos caricias de algodón.
Y me pregunto qué es lo que pasó, para que ya no me pasen esas cosas...
Una mudanza, pero lo bueno es que siempre puedo volver a refugiarme ahí... pero... el tiempo pasa, la edad avanza, y la vida me llena de responsabilidades en poco tiempo, y cuando el tiempo me encuentra, quiero descansar, y no me dan ganas de ir ahí.
Pero a veces si. Y amo ese lugar. MI LUGAR EN EL MUNDO. MIO, único e irremplazable.
O simplemente el lugar que me vió crecer...
...depende del punto de vista desde donde lo vean...

viernes, octubre 06, 2006

Cuando sangra.

Hace frío, y eso me recuerda a un abrazo que justamente en este momento no tengo y me hace mucha falta; uno siempre quiere lo que no tiene, es la ley.
Uno va en busca por la vida de las cosas complicadas, como si lo único que poseyera emoción es la incertidumbre (esa maldita sensación de inseguridad que nos hace no saber siquiera en donde estamos parados) y apelamos a maldecir a la propia suerte por el sufrimiento que ésto nos genera.
Exahustos, molestos, nos limitamos a llorar sin razón ni motivo aparente. Una angustia inexplicable nos invade el pecho y no nos deja respirar, sentir que las palabras se nos acumulan en el estómago teniendo la necesidad inmediata de vomitárselas a la persona que nos hace sentir así.
Tirados en la cama mirando al techo y preguntando "porqué" con la esperanza de que una luz nos ilumine, y una voz gruesa, segura e imponente nos responda...
Pero no, eso es imposible, irracional, irreal, hasta absurdo, diría...
Lo extraño es que no somos capaces de deslindarnos de aquello que nos daña. Porque es como una relación de amor-odio, que pasa a hacernos dependientes, necesitados y adictos.
Eso señores...

...eso se llama: amor.